Me dejé caer en la cama, como quizás hizo Isaac Newton, por eso de la gravedad. En fin, decidí que mi cuerpo ocuparía toda la cama (a él, lo mande al sofá). Me di cuenta que la elasticidad de mis piernas dejaban mucho que desear y empecé a recordar antaño. Recordé el día que empezaron las mentiras del mundo "delosadultos", a mi mundo.
Después de gritarle a mi madre, empuja, empuja, empuja… y verá la luz. Hizo verdad, mi visión del mundo "delsoadultos”. Vaya con la lucecita, debía ser luz oscura, porque no vi nada. Tan solo empezaron a manosearme, me zarandeaban y encima me pegaron por no decir nada. Que querían que les dijera, si acababa de llegar. Después llegaron los cuentos… por dios, ninguno de ellos era verdad y a día de hoy a veces creo que me persigue el lobo feroz.
Luego vino el tema de ¿puedo ir a jugar?, vale, yo iba a jugar pero claro, a mi las muñecas ni fu ni fa. Esos seres inanimados a los que tenía que dar de comer, vestir y encima hablarles y no te digo quererles. Pues no, a mi me gustaba jugar a futbol, a indios y vaqueros, policías y ladrones, al escondite, a correr por caminos, ser una Indiana Jones, construir cabañas donde esconder mi mundo, y sobre todo, subirme a los arboles. A pesar de todas las criticas que recibía, por mi gusto a los juegos de “niños” yo, ere que ere, y aunque a veces me costó sudor y lagrimas, jamás desistí de mi mundo. Y un día decidí, que quizás si tuviera una muñeca, me dejarían en paz. Elegí la muñeca “Nancy” no por nada especial, pero tenía un traje de esquiar y eso quería decir que llevaba pantalones, simple y llanamente. Siguieron cercando mi libertad…
Llegaron los chicos, esos seres tan monos, que al igual que nosotras las chicas, buscábamos y apenas encontrábamos…
También llegó la hora de ser “mujer” por dios que disgusto y que suplicio fue y es todavía para mí. Menos mal que descubrieron el “Tampax” y salvó parte de mi vida. Pero tambien fue una gran mentira, decían que podía ir en bici, ir a nadar, montar a caballo, etc. Pues bien si no tenia bici, ni piscina, rio o mar, y menos un caballo nada de nada.
Luego llegó el instituto, la universidad, y lo más importante el profe, ese hombre tan guapo, tan atento, con esa fantástica sonrisa… ese que un día se acerca a ti y te pregunta en que estas pensando (claro no podía ser menos, me pase toda su clase mirando por la ventana, subida a ese árbol, a mi mundo, a mis secretos). Y le miré y callé, pensé que estaba soñando, no podía ser que se fijará en mí, siempre intente pasar desapercibida, transparente como si yo no existiera. Y claro su sonrisa, su voz insistiendo en conversar conmigo, decidí que él era el hombre de mi vida. Hay que guapo, que atractivo y que todo. Hasta que llega un día, en el que tengo que compartir sus conversaciones con otro alumno. Ya no éramos él y yo. Y así, que tras un tiempo alejada de mi árbol, volví a él. Ahora cuando pienso en el Profe, sonrío y soy feliz.
A pesar de todas esas mentiras, fui capaz de vivir mi vida, comprar mi árbol y meter mi mundo en él. Hasta el día que decidí comprarme una cafetera.
Sí, la famosa Nespresso, vi un anuncio por televisión que comprándola te llevabas a George Cloneey y es evidente que el cielo de abrió para mí. Pues bien, me acerco a la tienda y pido la cafetera, el dependiente muy amable me la enseña en varios colores y me decido por la negra. El dependiente muy contento por la venta me sonríe, me dice el precio final y yo le pregunto que donde esta Clooney, pues tengo prisa y no puedo esperar mucho. El chico me mira, pensado a la vez que soy una tía rara y loca. Pero con educación profesional va y me dice: muy bueno el chiste, donde esta Clooney. Se da cuenta que yo no me rio, y que mi frente empieza a contraerse, que me sale humo por las orejas... y me dice; señora eso es publicidad. Publicidad dice usted, pues quédese con la maldita cafetera, que yo estaba ensayando para un casting. Que disgusto me llevé, joder. Me dejé caer en el sofá y abracé el mando de la tele durante todo el día. Y llegó la noche… y yo sin mi Clooney.
Y cuando ya estaba resignada a mi cafetera tradicional, caigo otra vez en la mentira de la cafetera Nespresso, esta vez George Clooney no venia sólo, venia con Jhon Malkovich y pensé –tonta de mí- que quizás esta vez… pero tampoco me llevé a Malkovich.
Pero ahora ya no me importaran las mentiras, pronto no podre subir al árbol, ni ser Indiana Jones, el “Tampax” dejara de tener uso para mi, los profes… no formaran parte de mi, pues intentaran acercarse para que cuide de ellos, y de la cafetera, me olvidaré por completo de ella, de la tradicional y la Nespresso. En la residencia me prohibirán tomar café.
Una pena lo de George y Jhon, hubiera estado genial.
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3 comentarios:
Un relato fresco y original que me ha hecho seguirlo hasta el final con una sonrisa.
Genial lo de la cafetera. El café está buénísimo auqnue no venga con George y Jhon. Soy muy cafetera y he caído. La tengo.
No te puedes fiar, todos tratan de mentirte, para controlarte o para que compres.
Mi madre me decía que tenía que ser "una señorita" y yo cuando aprendí a rezar rezaba para no ser ni monja ni secretaria.
Quería ser indio del Canadá, aventurera o espadachín.
Ah, cuando ya no te sirva el tampax, prueba las bolas chinas.
He disfrutado con tu relato lleno de ironnía y frescura.
Un abrazo, Bea.
jolin Bea, me ha encantado este texto.
josefina
Me ha gustado mucho lo que has escrito y, sobre todo, cómo lo has escrito. Con tu permiso, espero,lo asomo a mi ventana.
Mil besos desde el Sur.
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