y mis ojos se perdieron en su silbido.
Quise escribir sobre él, palabras,
y mis manos yacieron sobre él
siendo nubes en el cielo.
Y el viento susurró sobre mi piel, y ésta habló.
El viento entró en ella
para darme un respiro,
y el viento serpenteó
por todo mi cuerpo, y este fue erizo.
Se posó sobre mis labios
y mi boca abrió palabras.
Y el viento fue mío por un momento
y el momento fue instante
y el instante fue humareda
y la humareda fue viento
y quise leer
y quise escribir
y no leí
y no escribí
y el viento no existió…
aun siendo yo, su cálida brisa.
*
2 comentarios:
El viento te ha susurrado las emociones más hermosas.
Bello poema.
A veces los deseos nos paralizan y dejamos que nos lleve la corriente.
Aquí el viento al menos susurra provocando poesía.
Un abrazo, Bea-Tris
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