Hoy no te sentí a mi lado y aun así, lo hice contigo. El tiempo que me cediste, estuvo lleno de pausas. Y yo, las convertí en treguas.
Y conocí que tu piel era distinta e inteligible para mí, que tu aroma era lejano y desconocido, y ya inaccesible a mi apetito inexistente. Tus ojos eran oscuros y fríos, y tus labios lascivos de otros sabores.
Pero fueron tus manos, ahora toscas y descorteses, las que, sin ellas saberlo, aceptaron mi ultimátum.*
6 comentarios:
Siempre hay algo que termina por unir las distancias.
Es lo que nos queda en las manos y en el corazón, las cicatrices de los ultimatums.
besos
me cogió tu visita cerrando las maletas, pero, ay!, no me pude resistir a abrir de nuevo el PC, y aquí me tienes, susurrándote al oído el murmullo del Sur.
Hay que estar siempre alerta a las señales. El cuerpo habla sin palabras.
Un abrazo.
¿Cuando el amado se convierte en un extraño, en qué punto no es ajeno su aroma,su piel...
Y es que cuando no nos quieren como queremos que nos quieran hay que notificarlo.
Un abrazo, Bea-Tris
Textos así necesito. Y a ti también. Te cuento.
Besos,
Anabel
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