Crucé la calle de las sombras
con ojos cegados de ira y lagrimas de sal.
En mi pisar, supe de mi propio existir,
al descubrir mi propia huella.
con ojos cegados de ira y lagrimas de sal.
En mi pisar, supe de mi propio existir,
al descubrir mi propia huella.
Mi amor por mí,
fue mi daga para la venganza.
Y la venganza, vestida con elegancia
es el placer de mí existir.
De usted, conocí su sonrisa
y llegué a besarla con jazmín
creí encontrar
el sabor de la primavera
y no siendo así
su sabor fue hiel en mis labios.
Supe de su corazón de plomo
por su color gris, y de su latir oscuro.
Por sus venas andaban cenizas,
siendo todo su ser, sombra de humo
de mi propia quema.
No fui victima de su poder brutal
fui protagonista de mi propia historia.
Y sí, fue un fragmento para el olvido...
Pero el olvido no existe, si éste fue vivido.
Y usted, y yo somos sabedores de su existencia.
Yo, guardaré el fragmento en la memoria del olvido
y apartaré de mí
los corazones de plomo, las sonrisas en hiel
y la sangre e cenizas.
Sólo protegeré un deseo de ése fragmento:
Que usted arda en el fuego perpetuo de cenizas muertas,
gélidas y cortantes
como el filo de su propia daga.
Eso sí, en cortes finos y exquisitos,
para que su sangre ceniza
se pierda en aire vacío
que mi venganza detuvo.
fue mi daga para la venganza.
Y la venganza, vestida con elegancia
es el placer de mí existir.
De usted, conocí su sonrisa
y llegué a besarla con jazmín
creí encontrar
el sabor de la primavera
y no siendo así
su sabor fue hiel en mis labios.
Supe de su corazón de plomo
por su color gris, y de su latir oscuro.
Por sus venas andaban cenizas,
siendo todo su ser, sombra de humo
de mi propia quema.
No fui victima de su poder brutal
fui protagonista de mi propia historia.
Y sí, fue un fragmento para el olvido...
Pero el olvido no existe, si éste fue vivido.
Y usted, y yo somos sabedores de su existencia.
Yo, guardaré el fragmento en la memoria del olvido
y apartaré de mí
los corazones de plomo, las sonrisas en hiel
y la sangre e cenizas.
Sólo protegeré un deseo de ése fragmento:
Que usted arda en el fuego perpetuo de cenizas muertas,
gélidas y cortantes
como el filo de su propia daga.
Eso sí, en cortes finos y exquisitos,
para que su sangre ceniza
se pierda en aire vacío
que mi venganza detuvo.
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5 comentarios:
que la venganza se forme de caricias y sed
La venganza es un arma de doble filo... hiere a su objetivo y a la mano ejecutora... lo que pasa es que esa herida propia tiene un regusto agridulce...
"Mala peça al teler"
besos
QUÉ FUERTE, qué buenos versos, hay amores que matan, y mejor servir la venganza en plato frío, no vaya ser que uno se queme
feliz primavera
No hay manera de olvidarse, la venganza asoma por mucho que pase el tiempo: es un plato que se sirve frío.
Gracias por tu apoyo el otro jueves. Sois estupendas.
Besos,
Anabel, la Cuentista
Terrible poema, de terrible dureza, me hace recordar el Ojalá de Silvio Rodríguez.
Un besazo.
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