
Apenas unos pasos, y de repente caíste en el precipicio del placer ausente; el “deja que te explique” o “no es lo que parece”. Y yo no contornee mi cintura, ni mi lengua saboreó mis labios, no dejé que mis pezones iniciaran cual despegue, ni que mi entrepierna sintiera ése hormigueo. Tan sólo fue mi desnudez, la que se vistió de puro acero.
Y no lo vi en tus ojos, ni en tus labios humedecidos, ni tan siquiera en tu arpón listo para el disparo.No, lo supe, cuando tras la puerta de tu placer lascivo, tu piel desnuda se cosía a la suya, y en cada hilvanada mal trecha, buscabas el dobladillo de mi falda, repleto de jadeos y hambrientos deseos.
Ansiabas lamer mi carne trémula, y acariciar mi piel hechizada en tu pócima. Pero no era yo, era la otra, y de repente caíste en el precipicio del placer ausente...
Y en apenas unos pasos, contornee mi cintura, saboree mis labios y mis pezones miraron hacia él, aquel que hace tiempo me habló de tu caída al precipicio, ése, del placer ausente.
Y ante tu mirada me desnudé y gemí, para que tus anhelos anhelasen ser él y no poder serlo.
Y dejé que en mi entrepierna revolotearan mariposas, que él liberaba, en el lamer de su ansia y de mi deleite.
Supe de tu placer lascivo, y en apenas unos pasos...
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