A veces un cruasán, es sólo un cruasán.
No hay más en el que su sabor y su textura.
Otras veces, un cruasán es un héroe
que te endulza el desayuno
o es un ser inanimado, al que le revuelves las tripas
les arrancas las patas y en dos bocados las devoras.
Y a veces, antes de eso, las ahogas
en tu café con leche, sin más.
¿A caso importa?
Pero a veces, un cruasán, es sólo un cruasán.
No hay más.
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